Una de las preguntas más comunes —y dolorosas— que escucho en terapia es: "¿Por qué sigo terminando en el mismo tipo de pareja?". A pesar de nuestras mejores intenciones, muchas veces nos encontramos atrapados en un ciclo de relaciones emocionalmente insatisfactorias, confusas o incluso tóxicas. Y, a menudo, el patrón se repite con una familiaridad asombrosa.
Esta repetición no es aleatoria. Desde una perspectiva psicoanalítica, está profundamente arraigada en nuestro subconsciente. La forma en que nos relacionamos con los demás, especialmente en las relaciones románticas o íntimas, se ve moldeada por los patrones emocionales que desarrollamos en la infancia. Cuando esas experiencias tempranas estuvieron marcadas por la inconsistencia, el abandono emocional o la falta de seguridad, podemos, sin darnos cuenta, buscar dinámicas similares en la edad adulta.

La búsqueda inconsciente de lo familiar

Nuestras primeras relaciones, generalmente con los cuidadores primarios (padres), nos enseñan cómo se siente el amor, cómo se crea (o no) la seguridad y cuánto de nosotros mismos podemos mostrar. Si el amor era impredecible, podríamos asociar la cercanía con la ansiedad. Si nos desestimaban emocionalmente, podríamos creer que ser vistos es arriesgado o que estábamos mal. Si el afecto era condicional, podríamos aprender a actuar y HACER para obtener aprobación en lugar de sentirnos valiosos simplemente por EXISTIR y SER.
Incluso si esas dinámicas fueron dolorosas, se vuelven familiares. Nuestra psique a menudo busca recrear lo familiar, no porque queramos sufrir, sino porque la mente inconsciente siempre está tratando de resolver lo que parece inacabado. Freud lo llamó compulsión de repetición: un profundo impulso psicológico a repetir experiencias relacionales pasadas con la esperanza de que esta vez el resultado sea diferente.

Reconociendo el Patrón

En terapia, ayudo a mis clientes a relajarse y observar los patrones que se manifiestan en sus relaciones:
• ¿Eliges constantemente parejas que no están emocionalmente disponibles?
• ¿Te encuentras cuidando a otros mientras tus propias necesidades no se satisfacen?
• ¿Te sientes ansioso y demasiado responsable por mantener la conexión?
• ¿Toleras el maltrato con la esperanza de que eventualmente te lleve al amor?
Estas preguntas no se refieren a la culpa, sino a la comprensión. Cuando empezamos a ver la lógica emocional más profunda que subyace a estas decisiones, podemos empezar a respondernos con compasión en lugar de vergüenza.

El rol del apego

Gran parte de esta repetición está ligada a la dinámica del apego. Si tus primeros apegos fueron inseguros, marcados por la ansiedad, la evitación o la desorganización, podrías sentirte inconscientemente atraído por parejas que despiertan esos mismos sentimientos. Esto no significa que estés condenado a repetir el pasado, sino que, sin ser consciente, el pasado a menudo seguirá influyendo en tus decisiones.
Por ejemplo, alguien con un estilo de apego ansioso puede sentirse atraído por parejas inconsistentes, porque la inconsistencia se percibe como amor. Otra persona con tendencias evitativas puede distanciarse en cuanto la intimidad emocional se vuelve accesible, porque la vulnerabilidad antes se sentía peligrosa.
Estas respuestas no son defectos. Son estrategias de supervivencia que, en su momento, fueron necesarias. Pero con el tiempo, pueden impedirnos crear el tipo de relaciones que realmente deseamos y merecemos.

El proceso de sanación

La sanación comienza con la consciencia. En terapia, exploramos con delicadeza cómo se desarrollaron estos patrones y qué necesidades emocionales siguen sin satisfacerse. No intentamos forzar el cambio ni apresurarnos a "corregir" el patrón. En cambio, creamos espacio para el duelo, la comprensión y la integración emocional.
Parte del trabajo incluye:
• Identificar creencias relacionales fundamentales: como "Tengo que ganarme el amor" o "Si me abro, me lastimarán".
• Atender al niño interior: ofrecer compasión al yo más joven que aprendió estas dinámicas en primer lugar.
• Crear nuevas experiencias relacionales: tanto en la consulta como fuera de ella, donde la seguridad, la reciprocidad y el respeto están presentes.

A medida que los pacientes comienzan a comprender y procesar sus heridas de apego, a menudo descubren que sus elecciones relacionales cambian de forma natural. Se sienten más arraigados, más conscientes de sí mismos y más capaces de discernir qué es emocionalmente seguro y saludable.

Puedes romper el ciclo

Es un momento profundo y a menudo emotivo cuando alguien se da cuenta: "No tengo por qué seguir viviendo con este patrón". Si bien la atracción hacia el dolor familiar puede ser fuerte, no es más fuerte que tu capacidad de sanar.
He visto a clientes pasar de repetir relaciones tóxicas a crear conexiones significativas y seguras. No de la noche a la mañana y no sin esfuerzo, pero además con claridad, paciencia y apoyo. Estos cambios no solo son posibles, sino sostenibles.
Romper el ciclo de las relaciones tóxicas no se trata de aprender nuevas estrategias de citas ni de evitar ciertos "tipos". Se trata de hacer introspección, comprender tu mapa emocional y reescribir poco a poco la historia que llevas sobre el amor y la valía.

Una invitación a empezar

Si te encuentras atrapado en el dolor de una relación familiar, si los mismos temas siguen apareciendo, por mucho que intentes cambiar, debes saber que no estás solo. Estos patrones son profundamente humanos. Y se pueden transformar. La terapia ofrece un espacio para comprender, sentir y sanar, no solo de las relaciones que te lastiman, sino también de las creencias internalizadas que mantienen vivos esos patrones.
Si tienes curiosidad sobre cómo la psicoterapia puede ayudarte en tu proceso o si tienes alguna pregunta, te invito a contactarme. Puedes contactarme al (416) 723-3704 o por correo electrónico a pablo@pablomunoz.ca. Será un honor para mí hablar contigo.